Una brizna de sol en el ventanal de los sueños, en las manos un ramo de rosas que para variar son rojas y, tu sonrisa que de pronto se asoma.
Un día mas que no es cualquier día, que no seria uno si no fuera este, el día, en que
La mirada franca, las palabras sencillas en el temblor de una voz temerosa del tiempo, y las frases cuidadosamente escogidas, jugaran su juego de suerte o desdicha.
El rayo de luz penetrando las partículas del aire, el chirrido del portillo, el saludo Cortéz, una mirada relámpago horada dando lo mas profundo y, las rosas, (que para variar son rojas) en mis manos.
Un paso titubeante, y el beso inmóvil en los labios de silenciosa existencia, buscan tu nombre en la proximidad, tus manos se vuelven las dueñas de las que hasta hace solo unos instantes eran mías (mis rosas), y las abandonan a la decadencia inexorable.
El silencio teje miedos en tus sienes, mis dudas se acrecientan, y el imposible se confunde con lo real en el mantel a cuadros, y el café, que es tu excusa, y mi salvación.
El rose de tus dedos en el pocillo, deja adivinar la intención de tus manos hambrientas (y las mías), el mechón de negros cabellos solapa una mirada furtiva, que recorre suspicazmente la debilidad de mi pulso, y se pierde en el vuelo de un insecto.
En mi brazo izquierdo los segundos frenéticos se suicidan uno a uno en el tic tac de un reloj, resuelto a delatar mí frustrada búsqueda de las palabras correctas.
El final se acerca, me adelanto irresoluto, aventurándome a tus labios lo mismo que un niño en la densa sabana. El beso dulce sella la conquista, la profusa sensación de miedo se aplaca.
Abro mis ojos y me descubro confiado, alegre, decidido;… hoy comprare rosas rojas.
FEDE.
Un día mas que no es cualquier día, que no seria uno si no fuera este, el día, en que
La mirada franca, las palabras sencillas en el temblor de una voz temerosa del tiempo, y las frases cuidadosamente escogidas, jugaran su juego de suerte o desdicha.
El rayo de luz penetrando las partículas del aire, el chirrido del portillo, el saludo Cortéz, una mirada relámpago horada dando lo mas profundo y, las rosas, (que para variar son rojas) en mis manos.
Un paso titubeante, y el beso inmóvil en los labios de silenciosa existencia, buscan tu nombre en la proximidad, tus manos se vuelven las dueñas de las que hasta hace solo unos instantes eran mías (mis rosas), y las abandonan a la decadencia inexorable.
El silencio teje miedos en tus sienes, mis dudas se acrecientan, y el imposible se confunde con lo real en el mantel a cuadros, y el café, que es tu excusa, y mi salvación.
El rose de tus dedos en el pocillo, deja adivinar la intención de tus manos hambrientas (y las mías), el mechón de negros cabellos solapa una mirada furtiva, que recorre suspicazmente la debilidad de mi pulso, y se pierde en el vuelo de un insecto.
En mi brazo izquierdo los segundos frenéticos se suicidan uno a uno en el tic tac de un reloj, resuelto a delatar mí frustrada búsqueda de las palabras correctas.
El final se acerca, me adelanto irresoluto, aventurándome a tus labios lo mismo que un niño en la densa sabana. El beso dulce sella la conquista, la profusa sensación de miedo se aplaca.
Abro mis ojos y me descubro confiado, alegre, decidido;… hoy comprare rosas rojas.
FEDE.
